23 de octubre de 2011

EZA030 Trilho das Lages Altas (Paredes de Coura)


Desprezando as predicións meteorolóxicas, os anuncios doutra pequena réplica do Apocalipsis, os Eivadiños Z volveron espallar a pandemia polas terras do Coura, despois dunha inxesta masiva de arroz de parrulo e de bacallao con broas. Cousa brava de zombis que semella que nin sinten nin padecen cando se trata de agochar as súas pegadas por lameiros e regueiros.


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Crónica de EZA030 Trilho das Lages Altas: "A por el pat(e)o…"

Si no fuera por el pato, no hubiera zombi capaz de lanzarse a los caminos aquel día de octubre lluvioso, o diluvioso mejor dicho…

“¡Qué mala pata!”, dirían los más fatalistas… “¡Menudo día!”, los más oportunistas, “Diluvio universal”, los más místicos, “Hace un día de zombis”, los más comprometidos, “Como para sacar un zombi a la calle”, los más negacionistas…

El caso es que no faltaron excusas para que algunos se rajasen, quién por el tiempo, quién por víspera con desnivel, quién por nostalgia por paraísos perdidos, quién por falta de apetito… Sin embargo, nada podía parar a maquiavélicos zombis, tres por ser exactos, bien determinados a lanzarse fuera de casa a la caza del pato y a enfrentarse al acaso peligroso temporal… Zombi Z el más convencido, nada impresionado por aquella representación desenfrenada del apocalipsis, y hasta deseando enfrentarse con el reto… Zombi Toxo más que determinada a dejar la pantalla por exteriores, fuesen cuales fuesen las condiciones climatológicas. Y Zombi Tesorito a quien la perspectiva del arroz con pato tentó tanto que nada logró desanimarle de seguir a los otros dos. Se le había hecho la boca agua, ¡justa premonición de lo que sería el pateo!

“Menos mal que nos queda Portugal!” se entusiasmaron los zombis delante de la fuente abundante de barroz al pato y de un pato (errata: plato) de bacalhau. Bien merecía la pena el viaje y nuestros tres zombis se pusieron las botas en sentido figurado antes de figurar en qué sentido irían con las botas puestas… Además de – y más que – botas, hacía falta el uniforme del perfecto antidiluvio para ir al asalto del sendero. Una vez equipados, y con un look más bien de telezombis embutidos (verde, azul y negro) que contrastaba con el cartel hortera de Belcantos portugueses que se pretendían atractivos (ver fotos), partieron de la capilla en dirección das Lajes Altas.

El sendero –¿qué sendero? Si se parecía ya a una vía de barro que cedía y se deshacía–, quedaba como recubierto por la lava turbia de un volcán líquido… Corría delante de ellos el camino, cerco de fluidos transparentes incesantes, a la vez alfombra en movimiento y marisma, y los zombis corrían detrás. ¡¡Y no había lluvia que parara!! Camino líquido, río de barro. “A ver si liquidamos pronto el asunto, nos echamos una risas y vamos a barrer a otro terreno más seco!”.

El recorrido venía poblado de seres fantásticos: un paraguas suicida que acabó precipitándose a un contenedor para escapar del vendaval, un zombi escalofriante y goteando en una parada de bus - último refugio en el camino, pero no hermético lo suficiente como para hacer de Arca de Noe -, perlitas de lluvia con seres vivos brotando dentro, abalorios o pingueiras de vegetación, lenguas de eucalipto, fragas empapadas, bosques rojizos ofreciéndose como cobijo frente a la ira de los Dioses, rocas verdes peludas y resbaladizas, levadas tapizadas y movedizas haciendo de Moises (abriendo paso entre paredes de agua), poldras encharcadas pero sólo a medias (¿será posible con la que estaba cayendo?) que llamaban la atención por su bajo nivel y lloraban desconsoladas…

Después de un recorrido retorcido y recortado, pero intenso, ¡los zombis estaban empapatos! (o sea ¡hechos un pato!). Avanzando a seis patas y paso rápido, los tres zombis patos volvieron a la base después de un aquatrekking apoteósico (o patótico, según como se mire).

“Pas (trop) tôt (¡por fin!)”

Zombi Toxo

1 comentario:

  1. Como le gusta a nuestros vecinos del norte jugar con las palabras, retorcerlas, cambiarlas de posición, para decir lo contrario utilizando las mismas, como Claude Nougaro en una canción. Así, una crónica convierte un día de pateo en un día inolvidable, por si la memoria nos falla, y detrás de cada párrafo, habitan escondidas las vivencias de un día sencillo lleno de momentos especiales.

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